Mi Primera Maratón: Roberto Spencer

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Por Roberto Spencer – @roberto_a_spencer_f

La verdad que cuando me contactaron para que contara mi experiencia al correr mi primera maratón no sabía por dónde empezar, y me puse a pensar qué me había llevado a correrla, lo cual me recordó mis inicios en esta disciplina deportiva.

Cuando empecé a correr a mediados del 2019 lo hice buscando un estilo de vida diferente, más saludable, más sano (era fumador), para ayudar a combatir un poco el estrés y salir de la rutina diaria. Recuerdo que al principio no lograba correr ni 200 metros seguidos y comencé a investigar en internet en páginas que se dedicaban al running para buscar técnicas y ejercicios que me ayudaran a mejorar. Al pasar el tiempo y al poder ya lograr ciertas distancias trotando, decidí investigar sobre equipos de running en Panamá. Llegué a correr con algunos equipos pero un día vi en Instagram el perfil de un grupo llamado Vikings Tri Force que tenía poco tiempo de haberse formado; los horarios de entrenamiento se ajustaban muy bien a mi horario laboral y la ubicación de los entrenamientos era muy cerca de donde vivía, así que me sumé a ellos.

La verdad es que fui muy bien recibido por todos y cada uno de los miembros del equipo y nuestro coach Manuel Pitti siempre estaba al tanto de todo lo que hacíamos, pendiente de ayudarnos a mejorar (mis bases del running son gracias a él).

Para finales del 2019 recuerdo que muchos integrantes del equipo estaban terminando sus entrenamientos para correr la Maratón Internacional de Panamá de ese año y yo estaba entrenando para correr la media maratón; todos los compañeros me decían que por qué no corría la maratón, pero honestamente no me atrevía, no sabía si sería capaz en ese entonces, y en la fiesta de Navidad de ese año prometí que la correría al año siguiente, cosa que no se pudo dar por la pandemia.

Durante el tiempo de la cuarentena por la pandemia del COVID-19 la verdad fue muy complicado mantenerse activo, y corría en el estacionamiento de mi casa; hacía funcionales en las horas que nos dejaban salir y corridas frente a mi casa, la verdad fue muy difícil. Ya cuando se comenzó a abrir la cuarentena y nos dieron más facilidades empecé a entrenar, pensando en que quería correr una maratón, pero no sabía cuándo iba a llegar ese momento; lo que sí tenía claro es que quería estar preparado. En el 2021 cuando Corredores del Istmo publicó que se llevaría a cabo la maratón de ese año dije «este es mi momento», y empecé a prepararme.

En el equipo comenzamos a organizar la preparación, los días que íbamos a entrenar, que si en la mañana que si en la tarde,… para ese entonces no contábamos con coach, y junto a varios de mis compañeros, Alexis García y Alejandro Gaitán -que es mi compañero de mil batallas y mil carreras- decidimos utilizar una plantilla de Garmin para entrenarnos para nuestra primera maratón, en el caso de Alejandro y mío, y la segunda maratón en el caso de Alexis.

Programada la plantilla de Garmin en el calendario de entrenamiento llegó el día de iniciarlos. En mi caso entrenaba en las mañanas porque me resultaba más fácil, muy pocas veces entrené en la tarde. Tenía mucha energía en las primeras semanas del entrenamiento, pero a medida que iba avanzando ya se iba sintiendo algo de cansancio, sobre todo cuando los fondos eran de mayor duración; esos fondos fueron los que utilicé para probar todo tipo de alimentos,… que si pan de guineo, frutas, electrolíticos, chocolate,… adicional a la ropa, zapatillas y accesorios.

Durante todo el proceso de entrenamiento Alejandro, Alexis y yo siempre tratamos de apoyarnos, dándonos consejos, poniendo un poco de humor a las rutinas, estando pendientes de despertarnos cuando debíamos de madrugar, etc. Créanme, despertar a las 3 de la mañana para estar corriendo a las 4 no es nada fácil, los corredores tenemos que tener algo de locos, siempre lo he pensado jajaja 😜.

El día que me llegó el fondo más largo que fue el de 3 horas nadie pudo acompañarme, y me tocó ingeniármelas para llevar todo lo que según yo me iba a funcionar para mi primera maratón, lo que fue un poco difícil cada vez que iba a sacar un gel o una barra de proteína, pero al final terminé el fondo, agotado pero lo terminé. Ya de ahí en adelante el entrenamiento comenzó a disminuir, empecé a recuperar fuerzas, y así se llegó el día de mi primera maratón.

El día de la maratón honestamente dormí solo 3 horas; desde que me levanté, mi frecuencia cardíaca estaba volando y no regresó a su normalidad hasta después de la carrera (mucha tensión). Fue muy emocionante escuchar nuestro himno nacional antes de la partida al lado de mis tres compañeros de equipo Kathi, Alexis y Alejandro, todos listos para correr los 42 kilómetros.

Cuando empezó la carrera la verdad tuve que controlarme, ya que la emoción me aceleró un poco el ritmo de carrera y me costó mucho apegarme al plan, aunque después de unos kilómetros ya todo se ajustó a lo planeado. En dirección para el Causeway fue un trayecto llevadero, ya que aún no amanecía, pero al retorno ya con el sol asomando se empezaron a sentir los kilómetros, y ni decir en el tramo marino, uno lo que quiere es salir lo más pronto posible de esa parte de la ruta. Siento que ese tramo marino me agotó bastante, ya que se unieron las ganas por terminarlo cuanto antes, con los corredores de 21 kilómetros que nos pasaban frescos y nos contagiaban con sus ritmos más alegres.

En la Cinta Costera traté de recuperarme un poco, y para emocionarme y darme ese extra de energía, cuando pasé por el Miramar allí estaban mis hijos 💗 gritándome «dale papá». Después de esa recarga de energía y de subir el puente de Paitilla (parecía el cerro Ancón 😅), todo fue estrategia, alma, vida y corazón.

Víctor Chen, el mejor escolta que me pudo tocar, era el que me frenaba para que siguiera el plan de carrera, y estuvo muy pendiente de todo lo que me hizo falta durante la ruta. Lo cierto es que todos los vikingos y las vikingas que formaron el grupo de apoyo se portaron a la altura, dándonos ánimos y estando atentos a lo largo de toda la ruta por si nos hacía falta algo. No hay queja de ningún miembro del equipo, ¡son lo máximo!

La verdad que lo vivido durante toda la ruta es algo que no es fácil de explicar. Llegó un momento en que sentí que la meta estaba lejos, pero en realidad estaba cerca. Ya en el viaducto de Paitilla, empezando a bajarlo, Víctor me dijo «Roberto terminaste tu maratón» al mismo tiempo que me entregaba la bandera de Panamá; fue una emoción extremadamente grande, ya que adicional me encontré a mi hija y a mi hijo cerca de la llegada,… incluso mi hijo me acompañó al cruzar la meta… ¡la emoción fue de otro mundo! La verdad es que es una experiencia muy, muy, muy bonita, y más si lo haces de la mano de un equipo como Vikings Tri Force.

Para terminar este relato, hay dos personas que me ayudaron mucho en todo el proceso que no son del equipo y que quiero mencionar, se llaman Raúl Sánchez y Vanessa Ibáñez. ¡Mil gracias a los dos, fueron de gran apoyo!