Nenikékamen: Filípides, el padre de la maratón

Maraton 42 km

Filípides se ha convertido en una figura histórica inspiradora para muchas personas, quienes se miran en él considerándolo el verdadero padre de la maratón.


Por Fernando Revuelta – Maratonista

Según la leyenda, en el año 490 A.C. un soldado griego de nombre Filípides corrió desde la ciudad de Maratón a Atenas para anunciar que los griegos habían vencido a los persas en la batalla de Maratón. Todavía jadeando, informó de ello a sus jefes pronunciando un lacónico Nenikékamen, que traducido del griego quiere decir “hemos vencido”. La cuestión es que después de decir esa corta frase, Filípides cayó muerto al piso como si hubiera sido fulminado por un rayo. Aunque la versión popular más extendida ha querido asociar el deceso de Filípides al hecho de haber corrido esa larga distancia cercana a los 40 kilómetros, se va imponiendo la tesis de que en realidad su muerte fue provocada por heridas previas de la batalla, ya que Filípides -como mensajero que era-, estaba acostumbrado a correr distancias mucho más largas.

A caballo entre la realidad y el mito, su historia inspiró al filólogo Michel Bréal, quien propuso a Pierre de Coubertin incluir una carrera llamada maratón dentro de los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna de Atenas en el año 1896. Poco podía imaginar Filípides que su gesta iba a provocar miles de años después una auténtica fiebre en corredores de toda edad, condición y nacionalidad por completar esa distancia, convertida oficialmente en 42 kilómetros y 195 metros bajo el nombre de maratón. Con pruebas repartidas por todos los continentes, incluyendo Polo Norte y Antártida, los corredores de maratón se han multiplicado exponencialmente durante las últimas décadas, convirtiendo a la misma en la prueba reina del atletismo de fondo.

Para la mayoría de los atletas el correr una maratón supone una experiencia inolvidable y difícil de describir, especialmente la primera vez que se cruza con éxito la línea de meta. Esos momentos quedan para siempre en el recuerdo como la consecución de un gran reto personal. Porque salvo excepciones, la prueba de maratón no se improvisa.

Cuando en una maratón se produce la salida, los cientos o miles de corredores rápidamente se empiezan a dispersar, cada uno con un objetivo distinto, pero con la misma determinación final de cruzar la línea de llegada, porque en la maratón el abandono no es una opción.

Participar en una maratón siempre supone una arriesgada apuesta, y seguramente en ello radica gran parte de su encanto y atractivo. Ninguna maratón es igual a otra, y cualquier mínima eventualidad que se produzca durante la prueba, como una pequeña ampolla o rozadura con la media, puede llegar a cambiar drásticamente el desempeño esperado.

A diferencia de competencias más cortas donde la rivalidad entre los participantes aflora en mayor medida, la maratón supone un ejemplo de solidaridad, donde es habitual ver a corredores ayudando física y/o psicológicamente a otros competidores sin importar las circunstancias. Y es que la mayoría de los maratonistas somos personas normales, de carne y hueso, no somos superhéroes.

Son frecuentes los casos en que un corredor que termina agotado su primera maratón maldice la distancia y perjura que nunca más volverá a correrla. Pero todo eso quedará rápidamente en el olvido, y los deseos de superación y de sobrepasar los límites, lo llevarán a inscribirse en una más, y otra, y otra…

En verdad poco importa si la historia que les he narrado tiene más de realidad o de leyenda, si la distancia completada fueron 30 o 40 kilómetros, o si el mensajero en cuestión se llamaba Filípides, Tersipo o Agapíos; lo realmente importante es que alrededor de la maratón se ha creado un maravilloso universo para el corredor, una prueba a mitad de camino entre el desafío y la locura, entre lo previsible y lo inesperado, entre la alegría y el llanto. En definitiva, ser maratonista es algo de lo que uno puede estar orgulloso para toda su vida.

No me cabe duda de que si por un momento Filípides levantara la cabeza desde su tumba, y pudiera ver imágenes tan sugerentes y espectaculares como la de miles de participantes en la Maratón de Nueva York, no podría resistirse a ponerse su pesada armadura y sandalias de cuero, y mezclarse sudoroso entre esa mágica marea de corredores que llamamos maratón.

2 pensamientos sobre “Nenikékamen: Filípides, el padre de la maratón

  1. ¡Que gesto mravilloso de heroicidad en Filípides que corrió mas de 40 kilometros, pese alcansancio, para llegar a Atenas y gritar nenikékamen y caer muerto! a victoria de Maraton que puso fin a la primera guerra medica.
    Muchos son los que emulan a Filípides pero en un contexto muy diferente al de aquel valeroso guerrero griego. La mayoria de los corrfedores y del publico en general, ignoran esta historia maravillosa, por eso es bueno recordarla y tener en cuenta que cuando se incorpora a los juegos olimpicos en 1896, el premio era la CORONA DE LAUREL.

    1. Sí, el maratón ha ganado en popularidad pero en cierto modo ha perdido algo en autenticidad, los tiempos en los que vivimos que el consumo y el mercadeo lo acaparan todo. Saludos y gracias por tu comentario.

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