Editorial: «Ser pareja de corredor y no morir en el intento»
Todos conocemos en el ámbito del running al menos a una o dos parejas que comparten este estilo de vida. Cada vez se hace más común ver parejas entrenando muy temprano, acompañándose y dándose ánimos. Pero, ¿qué sucede cuando uno de los dos miembros de la pareja es el que corre, y el otro no comparte esta afición?
En este sentido hay dos variantes. En la primera, al que no le gusta o no puede correr apoya a su pareja, muchas veces levantándose temprano, haciendo el desayuno, acompañándolo a entrenar o a las carreras, llevando la hidratación, animando y tomando fotos. Esta persona es la mejor cheerleader.
La otra modalidad es más difícil, pues el que no corre tampoco apoya ni desea compartir. Aquí hay que entender un poco más el porqué, ya que puede haber un componente de celos porque el círculo que rodee al corredor o corredora esté formado por personas del sexo opuesto, o también que el corredor esté tan obsesionado con el entrenamiento que falte a sus obligaciones en el hogar. Por otra parte hay que tomar en consideración que el ejercicio físico es muy importante para la salud, tanto física como mental de las personas. Entonces debería haber un equilibrio.
«En esta vida todo tiene su momento y para todo debe haber un balance»
Al final todas estas personas que conviven con corredores tienen cosas en común a las que se han tenido que acostumbrar:
● A la madrugadera, incluso en fin de semana.
● A que la pareja les diga que solo “van a soltar las piernitas”, pero que en realidad vuelvan dos horas después.
● A presenciar conversaciones entre sus amigos runners sobre «temas tan interesantes» como pace, training, maratón, etc, sin morir en el intento.
● A que llegue el fin de semana y no poder salir ni a cenar (porque hay entrenamiento al día siguiente).
● A que después del training del fin de semana estén demasiado cansados para hacer nada (¡nada!) ni pasear, ni ayudar en labores de casa, ni nada.
● Al mal humor si se lesionan (¡quién los aguanta!).
● A que las salidas de compras o al mall siempre incluyan ir a ver zapatillas.
● A que dentro de las vacaciones fuera del país aparezca siempre como por arte de magia una carrera.
Todo tiene solución en esta vida. El que corre puede invitar, sin forzar, al que no corre a participar, ya sea del entrenamiento, carrera, la compra de unas zapatillas, o sencillamente pedirle opinión. Incluso puede motivarlo (a) a hacer otro tipo de ejercicio. Cuando se trata de vacaciones, esos viajes a carreras siempre se disfrutan aunque la pareja no corra, y se llenan de bonitos momentos para el recuerdo. La idea es compartir como familia, y como dijimos antes, tener un balance. Ni los corredores debemos ser tan obsesivos, -y estaría bien respetar las preferencias del otro-, y el otro quizás pueda poco a poco hacer un esfuerzo por compartir la afición de la pareja; después de todo, podría llevarse una agradable sorpresa.
«A que las salidas de compras o al mall siempre incluyan ir a ver zapatillas».
jajja claro hay que estar pendiente de las ofertas 🙂
Claro, claro, siempre desinteresado jajaja 😛