Corredores y Perros: cómo actuar ante situaciones de riesgo

Un corredor en movimiento es algo que por lo general llama mucho la atención de los perros, tanto por curiosidad como por instinto defensivo

Perros y Running

Los perros son considerados entre los animales de compañía el mejor amigo del hombre, pero ante la presencia de un corredor, incluso el perro en teoría más pacífico puede reaccionar de una manera sorpresiva, tanto para el corredor como para su dueño.


Por Fernando RevueltaMaratonista

Team BROOKS Panamá@fer_panama

Casi todos los corredores habituales recordaremos episodios referidos a encuentros con perros mientras nos ejercitábamos, la mayoría de los cuales no pasan de ser situaciones desagradables en las que por unos momentos sentimos alguna molestia o temor por nuestra integridad física, pero que en casos puntuales pueden incluso acabar en ataques con lesiones de cierta consideración.

Los corredores que usualmente conviven en sus hogares o en su entorno con perros, como es mi caso desde hace muchos años, tenemos ciertas ventajas en cuanto a reconocer a distancia actitudes y pequeños gestos que pueden ponernos sobre aviso respecto de cuál puede ser la reacción más previsible de un perro con el que nos crucemos al correr, pero de igual modo cada perro, independientemente de su raza, es diferente, igual que las circunstancias y el ambiente específico que rodeen la situación en particular.

En buena parte de las situaciones de conflicto y ataques en los que se ven involucrados corredores con perros, el problema no nace precisamente de estos últimos y sus instintos animales, sino de la irresponsabilidad de sus dueños. Por norma general los perros deben ir con collar y correa cuando son paseados por sus propietarios en lugares públicos, pero con bastante frecuencia los dejan sueltos bajo el argumento de que son pequeños o los tienen controlados. También se da la situación en veredas y aceras estrechas, que en vez de llevar a los perros atados en corto, los dueños usan con frecuencia correas extensibles que suponen una trampa para los corredores al tratar de evitarlas.

La influencia de la raza

Mi experiencia personal durante años ha sido que los perros callejeros -en Panamá denominados tinaqueros-, por lo general andan más interesados en encontrar algo de comida en las bolsas de basura o en corretear a una hembra en celo, que en si pasa un corredor o no por sus alrededores. Digamos que en su conducta prima el instinto de supervivencia.

Firulais
En algunas áreas del país es frecuente encontrarse con grupos de «firulais» en las calles

Un perro tinaquero usualmente permanecerá indiferente ante la presencia de un corredor, o cuanto más, ladrará mientras lo sigue desconfiado a cierta distancia. Si se trata de varios perros y se acercan demasiado, un simple gesto como el de hacer que se recoge una piedra del piso o gritarles reiteradamente “fuera”, normalmente les hará retroceder.

Los verdaderos problemas en mi caso siempre han sido en cambio con perros cuyos dueños los llevaban sueltos, ya que con la excusa de «que no hacen nada», he tenido que superar numerosas situaciones en las que los perros se han venido desde lejos corriendo a por mí como si fuera una presa, saltando luego amenazantes y ladrando a solo centímetros, con el consiguiente riesgo de sufrir una caída o ser mordido.

Usualmente algunas razas de perros se asocian a tener una especial agresividad y tendencia al ataque, como los pit bull, rotweiller, doberman o bóxer, pero de mi experiencia teniendo encuentros con perros, no puedo afirmar que esto anterior sea verdad. Obviamente las razas mencionadas se corresponden con animales generalmente de mucha corpulencia y peso, los cuales ciertamente impresionan cuando se le acercan a uno de manera amenazadora, pero tengo que admitir que las veces en que he sido atacado y mordido, siempre estuvieron involucradas razas pequeñas denominadas de compañía.

En varios de estos casos y debido a su escaso tamaño, los perros se salieron por algún pequeño espacio de la malla o verja de una propiedad al lado de la calle, y aunque tras un primer enfrentamiento pareció que se retiraron con el rabo entre las piernas a la seguridad de su hogar, cuando volví a correr regresaron por mi espalda en silencio sin avisar y me atacaron en la zona de los tobillos y los pies. Lo que estas razas pequeñas no tienen en envergadura, lo suplen con creces en inteligencia y determinación por alcanzar su objetivo.

Ataques de perros
Algunas razas pequeñas suelen mostrar un carácter poco sociable con extraños

Las razas grandes anteriormente mencionadas, así como los pastores alemanes, se encuentran entre los perros que con mayor frecuencia se eligen en Panamá para cuidar de fincas y propiedades, por lo general en parejas. Normalmente estos perros están confinados en el interior de la propiedad por muros o verjas, pero el peligro radica cuando por algún motivo, como un descuido del dueño al operar una puerta de garaje automática, quedan vagando en la calle. Acostumbrados a estar recluidos y frustrados sin poder hacer otra cosa que ladrar a toda persona, animal o cosa que pasa por las cercanías, cuando se sienten en libertad y ante la presencia de un corredor, no es extraño que puedan actuar de forma agresiva.

El lenguaje corporal

La manera en que afrontemos los encuentros con uno o varios perros mientras corremos tendrá mucho que ver con el desenlace de los mismos. Ante todo debemos mantener la calma y no entrar en pánico, ya que los perros, como otros animales, sienten el miedo en las personas. Dependiendo de la actitud del perro o manada convendrá reducir algo nuestra velocidad, ponernos a caminar, o inclusive detenernos totalmente en casos de un ataque inminente.

Según nos vayamos acercando a un perro desde lejos podremos evaluar por su postura y actitud si se va a mantener indiferente, si se va a acercar por curiosidad, o si tiene intenciones de confrontarnos. Igual que cuando vemos a un perro moviendo la cola podemos intuir que es amigable, cuando lo observemos parado mirándonos fijamente, con el cuerpo rígido hacia adelante y las orejas atrás, deberemos presumir que en cualquier momento se puede abalanzar hacia nosotros. El que un perro ladre no necesariamente lo convierte en agresivo, ya que ese es sencillamente uno de los mecanismos de defensa que ellos tienen. Lo que denota realmente agresividad es cuando el perro gruñe y muestra sus dientes.

Correr con perros
Correr junto a nuestros perros puede ser muy satisfactorio siempre que sea en zonas no transitadas por otras personas

Estando en presencia de un perro agresivo que se nos acerque a corta distancia y muestre claros síntomas de querer mordernos, nos detendremos adoptando la silueta de un poste, con los brazos doblados y pegados al cuerpo, y las manos cerradas debajo de la barbilla. De esta forma le será más complicado al perro encontrar una parte de nuestra anatomía que sobresalga y sobre la que poder clavar sus dientes. Lo peor que podemos hacer en esos casos es salir corriendo, ya que los perros son más rápidos que nosotros y nos darán alcance en una posición desequilibrada y sin posibilidad de defensa.

Los expertos recomiendan no mirar a los perros a los ojos directamente para que no lo tomen como una señal de confrontación, sino mirar de soslayo, pero siempre observando qué hacen y la posición en la que están. Esto es complicado cuando no se trata de un solo perro sino de varios. Si el perro se pone a dar vueltas a nuestro alrededor y sigue ladrando, pero sin tomar una actitud de ataque, nos moveremos muy lentamente de perfil sin darle la espalda, paso a paso, alejándonos del perímetro que el perro esté protegiendo. Esto puede llevar varios minutos, y quizás en ese intervalo de tiempo aparezca el dueño o pase algún carro que nos sirva de protección. En algún momento el perro dejará de seguirnos y nos ladrará cada vez más en la distancia, hasta que podamos retomar el trote después de superado el peligro. En cambio, si gritamos o hacemos gestos bruscos, podremos poner nervioso al animal y desencadenar su ataque.

A pesar de las precauciones que tomemos, en algunos casos el perro se lanzará de todos modos contra nosotros, y en esa eventualidad y por mucho amor que le tengamos a los animales, deberemos defendernos intentando infringir al perro el menor daño posible.

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