El Cruce 2022
Un enorme desafío físico y mental
El Cruce se celebró por primera vez en el 2002, y tras 20 ediciones, se ha convertido en una de las carreras de montaña por etapas más exigentes y reconocidas a nivel mundial.
Por Gabriel Cheng – @gabcheng
El Cruce es una carrera de aventura extrema de más de 100 kilómetros cuyo objetivo es cruzar los Andes, uniendo Argentina y Chile. Cada año logra atraer a una enorme cantidad de corredores de todo el mundo, y prueba de ello es que en la última edición participaron más de 2,000 corredores de 35 países distintos, un verdadero récord para una carrera de montaña de tres días.
Entre los corredores se mezclan hombres y mujeres de distintas edades, la mayoría amateur y algunos élites, que comparten su pasión por adentrarse en una aventura que pone a prueba sus propios límites.
Yo estaba inscrito para el Maratón de Berlín 2020, pero como todos ya sabemos, debido al COVID fue una carrera que se suspendió. Luego vi que en el 2021 se realizó el Cruce, y de ahí surgió mi interés por hacer esta carrera en el 2022, más que todo por las bajas probabilidades de suspensión.
Mi preparación fue la que se acostumbra a tener para un maratón. Sin embargo, en mayo corrí una prueba del Circuito City en Cerro Azul y sufrí mucho por el tipo de terreno y la elevación; fue ahí donde decidí inscribirme en el gimnasio. Así que por meses realicé un entrenamiento paralelo de fuerza, adicional a mis rutinas de corrida, y resultó.
Los días previos a la carrera se vive un ambiente de total empatía en Villa La Angostura. Los locales entienden la importancia del comercio, porque esta carrera genera buenos resultados a nivel económico en la región, así que recibes un trato increíble.
La organización del evento sin duda es de 6 estrellas, desde los días previos logísticamente con la llegada de todos los competidores, el desfile de banderas, la partida y la organización en los campamentos.
En la primera etapa recuerdo haber empezado a un pace cómodo de pulsaciones por debajo de 155, y veía a mucha gente apretando el ritmo desde el inicio de la carrera. Sin embargo, no sabía a lo que me iba a enfrentar y por eso decidí tomar las cosas con calma. La primera etapa era en una montaña de mucha inclinación, llamada Cerro O’Connor.
La segunda etapa era más de bosques con desnivel constante, muchos columpios y una parte que tocaba atravesar una zona de lago.
Y para terminar, una última etapa de 33 kilómetros en el Cerro Bayo, una verdadera prueba de mente y fortaleza, porque adicional a los dos días de cansancio previo, tuvimos que enfrentar frío, viento y un terreno muy técnico, rocoso, de nieve y arena.
Mi reflexión sobre la prueba es que es una verdadera aventura extrema con unos paisajes increíbles que de otro modo no se pueden visitar fácilmente.
Correr El Cruce requiere de mucha preparación física y mental. Las etapas 2 y 3 las inicias con mucho desgaste corporal y poco tiempo de recuperación; sin duda, El Cruce es algo que recomiendo y que me encantaría repetir en el futuro.
