Editorial: «Organizadores de carreras: buscando nuevas rutas»


Durante la última década el running en Panamá ha tenido un enorme crecimiento en cuanto a la cantidad de practicantes, número de pruebas, presencia en medios, aporte de patrocinadores, etc.

Echando la vista atrás, tan solo hace 20 años el calendario de carreras local se circunscribía a poco más de un par de eventos al mes, incluyendo las tradicionales millas en Clayton del Club PAFRA, y las competencias del calendario anual del Club de Corredores del Istmo. Posteriormente, hace poco más de diez años, fueron apareciendo actores como Panama Runners y otras entidades que se lanzaron a la promoción y organización de carreras, y de dos o tres eventos de running al mes, se pasó rápidamente a dos, tres o más eventos cada fin de semana. Especialmente llamativa ha sido esta proliferación de carreras durante los últimos años en el interior del país, impulsadas en su mayor parte por equipos y grupos de corredores que se han conformado en las diferentes provincias.

En nuestra sección de entrevistas “En la Ruta”, una de las preguntas que siempre hacemos a los corredores que entrevistamos es, ¿qué pedirías o recomendarías a los organizadores de eventos? Entre las respuestas más habituales suelen estar las de una buena seguridad e hidratación, pero sobre todo, los corredores piden que se programen nuevos recorridos en otros lugares de la capital más allá de los habituales en Cinta Costera o Costa del Este.

«Los organizadores cada vez están más limitados en cuanto a los lugares en los que las autoridades y residentes les permiten la realización de eventos»

Frente a estos deseos, la realidad con la que actualmente se están topando los organizadores es que cada vez es más complicada la obtención de permisos y autorizaciones para la realización de eventos de running, tanto de calle como de trillo, al menos en lo que respecta a la ciudad capital y alrededores. Los vecinos de las diferentes áreas, en su mayoría suelen oponerse a que los domingos en la madrugada se emita música a alto volumen, sus barriadas se llenen de carros, y se hagan cortes de calles que afecten al tráfico.

Al mismo tiempo, en áreas donde antes se realizaban eventos de trillo, por motivos de seguridad, o de protección a la fauna y flora, se están negando la mayoría de las autorizaciones, por lo que carreras como las que se celebraban en el Pipeline de Gamboa son ya un recuerdo del pasado. De ser un simple inconveniente, esta situación está convirtiéndose en la actualidad en un verdadero “dolor de cabeza” para los organizadores de pruebas, los cuales cada vez están más limitados en cuanto a los lugares en los que las autoridades y residentes les permiten la realización de eventos.

Todos elogiamos la organización de pruebas internacionales como puede ser por ejemplo la Maratón de Nueva York, cuyas complicadas logísticas involucran a miles de corredores y el cierre durante horas de algunas de las principales calles y avenidas de las ciudades donde se celebran. En el mismo sentido, miramos con envidia a renombradas carreras de trillo como la Ultra Trail du Mont Blanc, donde miles de participantes atraviesan valiosas áreas protegidas sin que ello suponga un efecto negativo para el entorno. No hay duda de que todos deseamos y queremos que eso mismo lo podamos tener a nivel local, pero debemos ser conscientes de los problemas por los que están pasando cada vez más las diferentes entidades organizadoras.

Desde nuestra responsabilidad, debemos hacer un llamado a que las autoridades y los diferentes estamentos de seguridad a nivel local tomen conciencia de que deben apoyar la práctica del ejercicio físico como una actividad saludable para el conjunto de la población, estableciendo sí todos los protocolos y reglas de obligado cumplimiento para el organizador y participantes que sean necesarios, pero facilitando que se puedan seguir realizando carreras de calle y trillo en la mayor cantidad de ubicaciones posibles. Caso contrario, ¡ojalá no nos tengamos que lamentar dentro de unos años de poder correr solo en la Cinta Costera,… y gracias!

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