7 Errores del corredor al competir
Revisa si cometes alguno de estos errores y modifica tus hábitos
En la mayoría de las ocasiones, obtener el éxito depende tanto de una buena planificación, como de la correcta ejecución de lo previamente programado.
Por Fernando Revuelta – Maratonista
Team BROOKS Panamá – @fer_panama
No importa que se trate de un corredor novel o ya experimentado, sucede con frecuencia que a pesar de haber completado un programa específico de entrenamiento, llegado el día de la competencia no se obtienen los resultados esperados. Ante esta realidad podemos adoptar dos actitudes: la negativa, que es resignarnos y caer en el desánimo y la frustración por no haber podido obtener el tiempo o puesto buscado; y la positiva, que es analizar con tranquilidad las causas del mal desempeño, y adoptar de cara al futuro los correctivos pertinentes.
Los factores externos en ocasiones sí tienen influencia en el rendimiento que obtengamos en una carrera, pero la mayoría de las veces no se trata de una cuestión de buena o mala suerte, sino de elementos y decisiones personales, que incluso pareciendo insignificantes, pueden hacer al final la gran diferencia entre alcanzar el éxito o caer en el fracaso.
Por ello siempre es mejor desear “éxito” que “suerte” a los amigos y conocidos que vayan a participar en una competencia, porque desear suerte sería tanto como asumir que su buen desempeño dependería en realidad más del azar, que de un buen trabajo previo de preparación.
A continuación, examinamos 7 de los principales errores que solemos cometer los corredores al competir, los cuales pueden tener una gran influencia a la hora de nuestro desempeño.
1. Demasiadas competencias
A la mayoría de los corredores les gusta probarse en competencias y medirse frente a otros participantes como un medio de evaluar su desempeño y progreso. Las competencias son muy importantes para que el corredor tenga motivación y se mantenga enfocado en sus entrenamientos, a pesar de las dificultades e inconvenientes que puedan surgir como cansancio o falta de tiempo. Pero todo tiene un límite, y un exceso de competencias puede provocar que el corredor lleve su cuerpo al agotamiento, que se estanque en su progresión, y que sea más susceptible de sufrir lesiones que afecten a su programa de entrenamiento. Como normal general, un corredor no debería participar más de una o dos veces al mes en competencias, si el objetivo que busca es alcanzar un correcto desempeño.
2. Mal ajuste del calzado
No hace sentido que apretemos a tope nuestra lazada desde que nos ponemos en la casa el uniforme y las zapatillas. Lo único que conseguiremos con eso es someter al pie a una presión innecesaria, ya que en la mayoría de los casos nos deberemos trasladar a otro lugar para realizar nuestra competición. Durante ese tiempo, que podría ser superior a una hora, es más eficiente mantener nuestros pies cómodos y aireados, incluso calzando unas zapatillas diferentes a las que luego vayamos a utilizar. La lazada final es mejor hacerla una vez hayamos realizado ya el calentamiento previo, minutos antes de iniciar la competición. Nuestro pie tenderá a dilatarse y es el momento apropiado para que el ajuste sea perfecto, asegurando la lazada siempre con un doble nudo para evitar que se nos suelte.
3. Exceso de confianza
Los organizadores de eventos, incluso a pesar de su mejor voluntad, muchas veces son incapaces de cumplir con sus planes en cuanto al horario previsto, marcación de la ruta, puestos de hidratación y temas afines. Los corredores solemos pensar que en las competencias todo se va a desarrollar conforme a lo anunciado, sin tomar las debidas precauciones ante las diferentes eventualidades que pudieran surgir y afectar a nuestro desempeño. Es muy recomendable conocer la ruta, para así detectar posibles cruces o giros conflictivos. Un sencillo error como salirnos del recorrido, podría echar abajo en un instante todo el esfuerzo previo realizado durante meses.
4. Abuso de socialización
A las carreras hay que llegar con suficiente antelación, y mantenernos enfocados en realizar todos los preparativos necesarios, como estacionar cerca del área, colocarnos correctamente nuestro uniforme con el número y chip, tomar la última dosis de hidratación, visitar el baño si hubiera necesidad, realizar un calentamiento integral, y ubicarnos en la línea de partida en la posición adecuada. Si en vez de ello nos dedicamos a conversar y tomarnos fotos con cada uno de los conocidos con los que nos crucemos, de seguro estaremos en problemas y el momento de la partida se nos acabará echando encima. Es preferible dejar la fase de socialización para después de terminada la carrera, aunque algunos nos puedan tildar de ser un poco antipáticos.
5. Arrancar en frío
Resulta curioso que la gran mayoría de los corredores antes de realizar una sesión de entrenamiento intenso, completan un calentamiento adecuado con trote y diferentes tipos de ejercicios. Pero cuando se trata de una competencia, un gran porcentaje lo olvidan, como si todo aquel esfuerzo físico realizado con anterioridad fuera contraproducente. La finalidad de un correcto calentamiento es que todos nuestros músculos y articulaciones, así como nuestro sistema cardiorrespiratorio, estén en condiciones de ser puestos a prueba con un alto nivel de exigencia. Adicional, un calentamiento adecuado disminuirá el riesgo de sufrir lesiones. El calentamiento debe ser ordenado y progresivo: ordenado por cuanto se repiten una serie de rutinas en un orden lógico; progresivo porque se parte de una intensidad baja al comienzo, y la misma se va elevando de manera gradual hasta alcanzar la máxima intensidad al final.
6. Estrategia equivocada
La causa más frecuente por la que un corredor no alcanza el desempeño esperado se relaciona con tener un objetivo no realista. Existen numerosas pruebas que sirven para evaluar el tiempo objetivo que debe tener un corredor para una determinada distancia, y así programar su ritmo de carrera. Pero los corredores tenemos la tendencia a pecar de exceso de optimismo, y aunque los resultados de las pruebas nos indiquen una cosa, solemos anteponer nuestros propios deseos, pensando que el día de la competencia seremos capaces de superar los mejores pronósticos. Aunque en pruebas de distancia más corta los errores de estrategia se pueden minimizar, no sucede lo mismo cuando se trata de un maratón. El corredor debe partir siempre con una estrategia realista previamente establecida, y mantenerla durante todo el desarrollo de la prueba.
7. Falta de energía
Cuando corremos, la energía que utilizamos proviene de dos fuentes básicas, las grasas y el glucógeno. Las grasas son un combustible menos eficiente que el glucógeno, ya que el proceso para convertirse en energía es más lento. La cantidad de glucógeno que se puede almacenar en el cuerpo es limitada, por lo que si se realiza un ejercicio físico de larga duración y no se repone, se agota. En esfuerzos de duración de hasta una hora, nuestro organismo usualmente no requerirá de energía extra a la que tenemos almacenada, pero si el tiempo de competencia es mayor, deberemos compensarlo con la ingesta de carbohidratos que nos suministre energía adicional. Muchos corredores no toman en consideración esta necesidad de reposición o la realizan de manera incorrecta, por lo que de manera progresiva entran en lo que se conoce como estado de fatiga, asociado a una disminución del rendimiento físico que podría incluso obligar al abandono.