Fred Lorz y su «broma» en la maratón olímpica de 1904
Descalificado en la maratón de los Juegos Olímpicos de San Luis en 1904, al año siguiente logró la victoria en la prestigiosa Maratón de Boston.
Por Fernando Revuelta – Maratonista
Los Juegos Olímpicos de 1904 fueron los primeros celebrados en territorio estadounidense, y formaron parte de la Feria Universal realizada en San Luis (Misuri). Fueron unos juegos en los que hubo muy poca participación de atletas no pertenecientes a los Estados Unidos, y eso se vio reflejado en el medallero donde el anfitrión se alzó con 242 medallas, mientras que Alemania que quedó como segunda, solo pudo obtener 13.
La competencia de maratón se llevó a cabo el 30 de agosto de ese año, y la misma no despertó demasiado interés entre el público ni los medios. En la línea de salida solo se presentaron 32 corredores, cada cual con una historia más variopinta, los cuales debieron enfrentar una exigente y polvorienta ruta a muy alta temperatura. La organización solo estableció dos puntos para tomar agua, y la mayoría de los participantes sufrieron los efectos de la deshidratación, unido a las molestias respiratorias debidas al polvo del terreno. Solo 14 participantes lograron cruzar la línea de llegada, siendo inicialmente declarado como ganador el estadounidense Fred Lorz.
Lorz (dorsal #31 en la foto) había logrado destacarse de sus competidores en la primera parte de la prueba, pero debido a las penosas condiciones antes mencionadas, cerca del kilómetro 15 se vio obligado a abandonar totalmente agotado. Como debía regresar al estadio a recoger su ropa, Lorz optó por montarse en un vehículo de los que iban siguiendo la carrera, hasta que ya recuperado, decidió completar la parte final del trayecto caminando por su cuenta. Al entrar al estadio el público lo tomó como si fuera el primer corredor de la prueba y comenzó a vitorearle, ante lo que él decidió seguirles el juego y cruzar la línea de llegada. Poco después arribó a meta el también estadounidense Thomas Hicks (dorsal #20 en la foto), y pronto los jueces descubrieron que Lorz no había completado el recorrido en su totalidad. Lorz enseguida admitió este hecho, señalando que solo se había tratado de una broma, y que nunca tuvo intención de hacer trampa.
Hicks, -payaso de profesión-, fue declarado como ganador de la maratón olímpica no sin polémica, ya que se demostró que había recibido ayuda durante la ruta para superar el agotamiento en forma de coñac mezclado con claras de huevo y pequeñas dosis de estricnina, lo cual más allá de considerarse hoy en día como dopaje, es extremadamente peligroso. Incluso algunas fuentes afirman que su entrenador, para combatir la deshidratación, llegó a darle hasta agua del radiador del vehículo en el que lo seguía, lo que explicaría que nada más cruzar la meta Hicks se desplomase y por horas estuviera en un estado de salud muy crítico.
Después de su descalificación, Lorz fue expulsado de la Unión Atlética Amateur, pero al haber admitido su culpabilidad y no detectarse actitud fraudulenta, poco después fue readmitido. Lorz siguió compitiendo en maratones y otras pruebas atléticas, logrando la victoria en la Maratón de Boston de 1905 con un registro de 2:38:25.
Lorz murió de forma prematura a la temprana edad de 29 años debido a una neumonía, y en contra de lo que se menciona en algunos medios, no fue el primer corredor que cometió engaño en una maratón olímpica, sino que este dudoso honor le corresponde al griego Spiridon Belokas, quien ocho antes, en los Juegos Olímpicos de Atenas en 1896, fue descalificado de su tercera posición al comprobarse que parte del recorrido lo había realizado subido a un carruaje.