Alan Turing: descifrando el enigma
Este matemático británico, considerado el precursor de la informática moderna, también tuvo una faceta como corredor no tan conocida.
Por Fernando Revuelta – Maratonista
Para muchas personas, el nombre de Alan Turing les resultaba desconocido hasta que en 2014 se estrenó la película “El Código Enigma” (The Imitation Game). En el largometraje, se describía con bastante apego a la realidad, la biografía de este científico y matemático británico nacido en Londres en 1912, el cual es considerado uno de los padres de la computación y precursor de la informática moderna.
Adicional a invenciones como la “Máquina de Turing”, a Turing se le valora hoy en día sobre todo por su trascendental papel como director del equipo de investigación que durante la Segunda Guerra Mundial trabajó en la mansión de Bletchey Park para descifrar los códigos secretos alemanes. Los expertos estiman que gracias a los descubrimientos de estos códigos por parte de Turing y su equipo, la guerra se acortó en unos dos años y se evitó la muerte de unos diez millones de personas.
Desde joven Turing mostró una gran capacidad para la racionalización y la resolución de problemas, pero se comportaba con el resto de sus compañeros de colegio poco sociable. La afición por el deporte llenó ese espacio, y Turing disfrutaba enormemente jugando fútbol y montando bicicleta. Precisamente, cuando el mal tiempo no permitía que se desarrollaran partidos de fútbol, la actividad se sustituía por la de carrera, y ahí es donde Turing tuvo su primer acercamiento al mundo del atletismo. A partir de 1931 Turing cursó estudios en la Universidad de Cambridge donde gustaba de practicar remo, pero también corría largas distancias de manera ocasional como un modo sobre todo de transportarse.
Fue después de concluida la Segunda Guerra Mundial en 1945 cuando Turing se aficionó a correr de forma más regular, integrándose en el Walton Athletic Club y participando de manera frecuente en competencias. En 1947, y tras solo dos años de entrenar regularmente, Turing completó la distancia de maratón con un excelente registro para la época de 2 horas 46 minutos y 3 segundos, por lo que se planteó el objetivo de participar en las Olimpiadas de 1948 que precisamente se debían celebrar en Londres. Lamentablemente para él, durante la preparación Turing sufrió de lesiones que le impidieron finalmente clasificar para ser miembro del equipo británico de maratón.
La vida de Turing terminó de manera abrupta a los 41 años en 1954 cuando lo encontraron muerto junto a una manzana que estaba ingiriendo, la cual estaba contaminada con cianuro. La versión oficial apuntó a un suicidio, apoyado en el hecho de que solo dos años antes Turing había sido procesado penalmente por motivos relacionados a su homosexualidad, y esto había afectado profundamente a su estado de ánimo.
No fue sino hasta después de muchos años de su muerte que el secreto del trabajo de Turing y su equipo en Bletchey Park descifrando los códigos de la máquina de los nazis «Enigma» fue revelado a la luz pública, y los medios se empezaron a interesar realmente en su persona, obteniendo el merecido reconocimiento y reparación. «Corro para manejar el estrés» -aseguraba Turing a su círculo más íntimo-, un supergenio que a pesar de todo lo que se ha podido investigar de su vida, sigue siendo todavía en muchos aspectos un auténtico enigma.