Editorial: «La Nueva Normalidad»

Resistir

La epidemia del COVID-19 parecía algo muy distante y ajeno a la comunidad runner cuando el 17 de febrero las agencias de noticias internacionales difundieron de manera sorprendente que el Maratón de Tokio se celebraría exclusivamente para atletas profesionales, dejando por fuera a más de 30,000 corredores inscritos. A partir de ese momento, y de forma paralela al aumento de las cifras de contagiados, otros organizadores de maratones se fueron sumando a Tokio, cancelando en las siguientes semanas sus pruebas programadas Boston, Londres, París, Madrid y Róterdam.

Recién acabamos de superar la primera mitad del año y la sensación mayoritaria en la población es la de estar inmersos en una pesadilla de la cual no podemos despertar. Los medios de comunicación, las redes sociales y las conversaciones se han llenado de términos que tan solo hace unos meses nos eran prácticamente desconocidos como clúster, hisopado, test PCR o trazabilidad. Todos hemos tenido que ir aprendiendo por la fuerza ante una realidad que nos ha estallado en la cara convirtiéndose en pandemia a nivel global.

Si para la población en general el confinamiento en la casa durante la mayor parte del tiempo está resultando ser una medida complicada de soportar, más si cabe para los corredores que hemos visto restringidas casi a cero nuestras salidas y entrenamientos en el exterior.

«Sin duda estamos en una carrera de resistencia»

Hay que ser resilientes y adaptarnos ante la actual situación adversa, pero el distanciamiento social obligatorio está terminando con muchos de los aspectos más atractivos del running: el chocarse las manos al encontrarnos con otro corredor, el abrazarse con un compañero al cruzar la meta o el compartir unos momentos de agradable conversación después de un duro entreno grupal.

Estamos ante lo que se ha venido a denominar “la nueva normalidad”, un término que incluso ya desde el punto de vista semántico tiene muy difícil encaje. Ante ello, las carreras tradicionales se han visto sustituidas en algunos casos por eventos virtuales, un sucedáneo que ha venido a intentar paliar la imposibilidad de realizar eventos masivos al aire libre. Pero si nos dieran a elegir, estamos seguros de que la gran mayoría optaríamos por volver a la “antigua normalidad”, al modo de vida en el que nacimos y que hemos conocido durante décadas.

El compromiso y unión de toda la población será fundamental en este proceso, y aunque nadie puede asegurar que ello nos lleve finalmente a superar la difícil situación por la que estamos pasando, tendremos muchas más opciones de vencer. Seamos entonces como ese maratonista que llegando al kilómetro 30, aún con las piernas fatigadas y la cabeza en un mar de dudas, no se rinde y pone toda su alma y corazón por cruzar la línea de meta. Sin duda estamos en una carrera de resistencia. De nosotros dependerá el poder colgarnos la ansiada medalla.

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